Hipertexto y Literatura
“La escritura tradicional tiene más links que la electrónica; una buena página de papel puede llevar a más de 500 lugares sin necesidad de hacer click”.
Xavier Velasco
Si bien se encuentran posiciones que contraponen las posibilidades que ofrece el hipertexto electrónico, en relación con las del texto impreso, concretamente las referidas a la literatura, también las hay orientadas a una acción conciliadora que reconoce en la obra escrita una hipertextualidad que, por prescindir del click, obliga a caminos menos expeditos para recorrer los trayectos que el lector puede descubrir y rastrear en el acto de lectura. Por tanto, reconocidos autores han hecho evidente que el libro impreso y el computador no son excluyentes sino complementarios.
Así, Milorad Pavic’ (Belgrado, 1929) escritor y profesor de literatura serbia, se convierte en uno de los pioneros en la utilización de las nuevas tecnologías en la creación literaria cuando, desde sus tempranas obras, rompe las barreras de la hipertextualidad. La estructura abierta que sus novelas adquieren, a partir de 1984, está en clara oposición con el orden impuesto por la imprenta.
Como heredero de un especial interés por la oralidad y la figura del “cantor de historias”, legado de su cultura popular servia, Pavic’ considera que la creación literaria debería recuperar su verdadera condición verbal (del Verbo, logos), perdida cuando empezó a registrarse en lo que se ha dado en llamar la Galaxia Gutemberg, es decir, en la, para entonces, nueva tecnología de la imprenta.
Milorad Pavic’ busca, en el artificio de su construcción, plurivocidad y vínculo con la tradición oral que caracterizaba a los textos antiguos, y el nuevo medio virtual, que aparece como alternativa, le abre las puertas a un espacio en el que imagen, palabra y sonido vuelven a confluir.
Un referente más es el del escritor mexicano Xavier Velasco, quien antes de recibir el Premio Alfaguara de novela, 2003, con la que fue considerada su primera novela Diablo Guardián, ya tenía otras escritas, no de modo tradicional, sino en internet, dado que encontró en el computador una posibilidad de experimentación diferente en la que, además de trasladar la lectura hacia otros sitios de la red, le daba valor agregado al texto con elementos audiovisuales como fotografía, video, música y sonidos, que estaban a la mano del lector.
Otra ingeniosa manera de transgredir la lectura lineal de un texto fue la creada en 1963 por Juan Esteban Fassio, un lector de Julio Cortázar, quien ideó una máquina llamada Rayuela-O-Matic para hacer una lectura diferente de la novela de Cortázar, que nunca trascendió la hoja de papel.
Se trataba de un gran mueble con cajones, incluido uno para tener vino y mate a la mano durante la lectura, y una cama. Cada cajón debía contener un capítulo de la novela, y el mueble debería programarse por medio de un sistema de botones para que, al cerrar un cajón, se abriera otro con un nuevo capítulo para leer.
Una idea de esta índole podría considerarse como precursora de la búsqueda de conexiones para leer la novela, motivada por la posibilidad que el mismo autor ofrece de una o varias lecturas de la novela, una lineal, otra basada en un mapa de navegación sugerido por el autor y otra, en una libertad explícita para que el lector recorra el texto en el orden que él desee, con la garantía de unidad de sentido en cualquiera de sus elecciones.
Por otra parte, Jaime Alejandro Rodríguez, profesor de la cátedra de Hipertexto, en la Universidad Javeriana, tiene en la red su propia novela Gabriella infinita, que incluye textos, música, gráficas, juegos de video y otros complementos que, para lo presentado hasta el momento, no representa novedad. Sin embargo, llama la atención que aunque el propósito firme del escritor era publicarla –después de más de cinco lustros de haberla empezado a escribir-, su carácter fragmentario le impidió hacerlo. “Mi intención era poder llevar la novela al papel e incluir en la edición un disquete que permitiera al usuario encontrar todas esas posibilidades extras. Pero entonces llegó internet y me di cuenta de que era el campo ideal para el texto. El texto fragmentado y enlazable está dándoles nuevas posibilidades a los lectores, contrario al libro impreso. La tares de evolucionar, agregar y quitar cosas al texto permite hablar, por fin, de una estructura infinita para la literatura”, afirma en una entrevista para la revista Cambio.
Aunque difícilmente cejarán las discusiones en el controvertido tema del hipertexto electrónico y el texto impreso, es claro que siguen abriéndose inmensas posibilidades en el internet y en la literatura en su forma escrita.
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