viernes, 16 de marzo de 2007

Acercamiento a un marco de referencia conceptual sobre el hipertexto


Hay como un reclamo general, ambiental, porque toda tentativa de explicar lo que ocurre en cualquier campo de lo real descanse sobre bases teóricas firmes; en ciertas disciplinas se exige, incluso, aunque de manera un tanto mecánica, que se explique, antes de empezar a hacer nada, el "marco teórico" en el que se actuará.
Noé Jitrik, Temas de teoría, 1987

Un concepto puede leerse y abordarse desde diferentes puntos de vista, que cada vez más, atraviesan el campo de lo interdisciplinario; de allí la necesidad de la teoría como estructura para el estudio del hipertexto. Este documento pretende que la teoría y el ejercicio práctico se vuelvan parte del texto; es decir que formen parte del mismo espacio discursivo. En otras palabras, usamos el lenguaje hipertextual para construir nuestro marco de referencia conceptual sobre el hipertexto.


Antes de enunciar los referentes teóricos que estructuran el marco de referencia conceptual se hace necesario precisar el contexto de la reflexión. El contexto nos es dado, en primer término, por una necesidad de revisar y resituar el enfoque conceptual del hipertexto en la Especialización en Literatura con énfasis en producción de textos e hipertextos; un enfoque que en la teoría y en la práctica ha soslayado las transformaciones textuales dadas por la mediación tecnológica. Este último aspecto, constituye la base sobre la cual se asientan nuestras búsquedas y construcciones. De ninguna manera queremos reducir el hipertexto a una práctica concreta (la que se da en el ámbito electrónico), todo lo contrario, lo que pretendemos con este enfoque mediacional, es hacer evidente la siempre bienvenida recomendación de Jhon Dewey (1964): "No hay mejor teoría que una buena práctica".


No renunciamos, entonces, al inventario reflexivo de las concepciones sobre hipertexto, sino que hacemos de éste una forma de ejercicio metacognitivo hipertextual, que nos permita aprehender conceptos y prácticas. El reperterio es amplio, y muy posiblimente inabarcable, pero abrimos los trayectos posibles desde dos horizontes: el hipertexto como fenómeno cultural, estudiado por la filosofía, la comunicación, la literatura, etc.; y el hipertexto como desarrollo tecnológico, abordado contemporáneamente por la informática. Nuestro enfoque se sitúa en una suerte de convergencia de saberes o si se prefiere, exige, un diálogo interdisciplinario.


Nuestro enfoque es la experiencia mediada, base de la cultura, que se construye cada vez más gracias al intercambio simbólico con mediación tecnológica. La sociedad contemporánea encuentra su dinamismo en lo que acertadamente denominó Piscitelli (2002) la construcción tecnológica de la cotidianidad, que es en suma la cultura, donde emerge un nuevo tipo de sociabilidad que convive, no sin resistencias, contradicciones y reservas, con otras formas históricas de sociabilidad. Esta mediatización, caracterizada por el desenclave (Giddens, 1997) producto de la separación espacio-temporal, exige un nuevo modo en el diseño de las interacciones, unas gramáticas nuevas que estructuran, de un modo inédito, las prácticas sociales, incluida en éstas la educación.


Este contexto nos permite, en primera instancia, reconocer con Eliseo Verón, la edad de dieciocho siglos del hipertexto y su aparición gracias a la primera tecnología intelectual (Levy, 1999): la escritura. Con base en estos dos primeros referentes teóricos aventuramos, entonces, una primera apuesta conceptual: un texto es siempre un hipertexto , en tanto es producto de una red de asociaciones; por tanto el hipertexto no se limita a crear vínculos entre unidades de texto, lo que crea el hipertexto son verdaderos mundos de significación. Esto, de alguna manera, ya había sido anunciado por Theodor Nelson en su Literary Machine (1980): en la cultura escrita cada texto está conectado a los demás, de forma ímplicta o explícita. Es lo que los teóricos de la literatura han denominado intertextualidad. Para plantearlo en términos de Levy:


“¿Qué es la significación? ¿En qué consiste el acto de dar sentido? La operación elemental de la actividad interpretativa es la asociación; dar sentido a un texto cualquiera tiene que ver con vincularlo, conectarlo con otros textos, es decir, construir un hipertexto. Se sabe que diferentes personas brindan sentidos distintos e incluso opuestos a un mensaje. Es que si el texto es el mismo para cada uno, el hipertexto puede ser totalmente diferente. Lo que cuenta es la red de relaciones en la que está inscrito el mensaje, el hilo semiótico que empleará el interpretante para captar el sentido.” (Levy, 1993)


Podrá argumentarse en este punto que un texto en un soporte estático como el libro es ya un texto realizado, sobre el cual difícilmente podrá darse una transformación de la unidad semántica del mismo. Es cierto, pero también lo es que del proceso de lectura podrá surgir otro (hiper) texto que, posiblemente, no tenga nada que ver con las intenciones del autor que leemos, pero que tiene todo que ver con nuestro universo de significaciones como lectores. Es la ruptura de la idea de una "lectura correcta". Es decir, no todos los lectores leen de la misma manera, incluso, aunque estos dos lectores participen de la misma cultura. Levy (1999) lo plantea de la siguiente manera: “la inteligencia del lector construye encima de las páginas lisas un paisaje semántico móvil y accidentado”; Eliseo Verón (1999) es menos poético pero más contundente: “Desde el punto de vista de las condiciones de reconocimiento, de lectura de un libro, el libro más tradicional que uno pueda imaginar tiene la estructura de un hipertexto” (Verón, 1999).

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