La sensibilidad en el hipertexto
El hombre es hipertexto, siempre ha leído en hipertexto y ha hecho lecturas hipertextuales aún sin advertirlo. El acto de leer involucra irremediablemente tanto al autor como al lector: las emociones, los deseos, los pensamientos y los sueños de ambos, interactúan. Es por ello que leer y escribir son un arte desde el goce, que genera sentidos y transformaciones.
Así como leer supone una preparación, un ritual, la escritura se convierte en una dolorosa transformación del sujeto; plasmar sus deseos, sus ideas, en códigos que no logran expresar con fidelidad lo que pasa en su interior; es el riesgo que asume quién se enfrenta a ésta peligrosa aventura.
En la creación de hipertextos hipermediales, el autor genera en el lector experiencias sensoriales; lo lleva a pasear por lugares desconocidos; le brinda la posibilidad de actuar significativamente en ese espacio concreto que es el hipertexto entendiéndose esto como actuación; lo sumerge en la realidad virtual; lo invita a interactuar con los personajes, participando en la narración como inmersión y le da el poder de transformarse, de olvidarse de sí; puede ser espectador o personaje, eligiendo libremente. Estos son los placeres estéticos que le debe ofrecer la literatura hipertextual al lector de acuerdo con Janet Murray.
El autor del hipertextos tiene que seducir con las palabras, cumplir con condiciones para que el texto tenga movimiento y significación. De ahí que la brevedad en las palabras, como una de estas condiciones, está en un juego constante, en un devenir. En consecuencia se debe escribir por lexias o unidades de sentido, y no por párrafos.
Como otra condición aparece la conjunción palabra-imagen, tomadas como complemento la una de la otra. La primera, induce y provoca; la segunda, agudiza los sentidos, impacta. En este sentido, la brevedad obliga a usar los nodos, los enlaces y las lexias, lo que conlleva la no linealidad, que es una de las condiciones en la creación de hipertextos. La conjunción de palabra e imagen necesariamente responde a un diseño especial, que es una condición predeterminada e implícita.
El texto electrónico literario, al ser leído en la pantalla se torna impermanente, es decir, no permanece en el tiempo y el espacio, sino que desaparecen las palabras para que otras ocupen su lugar. También es mediatizado, media no sólo el tiempo en el que se escribe y se lee, sino en el que se recupera; y además es inestable ,ya que está en potencia y puede ser leído en órdenes diversos, por lo cual es en el texto del lector donde se puede interpretar y no sobre el texto hipertextual
Es así entonces que el computador como soporte literario se convierte en un medio que respalda el procesamiento y la elaboración de ideas, y en un catalizador de los procesos internos de cada autor-lector de hipertextos.
El hipertexto: un punto de encuentro
A lo largo de la historia, el hombre ha tenido la necesidad de compartir espacios para intercambiar pensamientos, conocimientos, deseos, emociones y sentimientos; ha necesitado espacios para interactuar con el otro y consigo mismo. Para satisfacer esas necesidades, ha establecido unos puntos de encuentro; algunos, han sido predeterminados por: su naturaleza social (interrelación), la imposición de leyes (religiosas-políticas), la eventualidad y por simple curiosidad.
Algunos puntos de encuentro predeterminados eran los ritos de adoración y celebraciones en los que participaban por voluntad propia en honor a las deidades. Los griegos, por ejemplo, se reunían en el ágora para deleitarse con los cantos poéticos de rapsodas y poetas, éste era un punto de encuentro eventual; mientras que en el Medioevo, el punto de encuentro era obligado, pues debían asistir a las celebraciones religiosas para demostrar su fe, quienes no lo hacían eran juzgados. Otro punto de encuentro eventual consigo mismo y con otros era el manuscrito al cual sólo podían acceder unos pocos privilegiados. A partir de la imprenta se ampliaron las posibilidades de este punto de encuentro (con el autor, con otros lectores, con otras culturas). En la modernidad se fueron estableciendo lugares en las ciudades como parques y teatros a los que asistían por placer o condición social. En la época actual, el hombre busca estos sitios de encuentro a través de algunas herramientas tecnológicas, pues éstas le ofrecen diversas posibilidades de encontrarse con otros desde su propio espacio (Transmutación geográfica, Javier Echeverría, 1994).
Entonces, los mass-media se convierten en el ágora contemporáneo, en el sitio de encuentro; algunos hacen del telepólita un participante pasivo, como espectador (la t.v); otros; como la interfaz lo hace partícipe activo, ya que posee unas propiedades que sólo ella puede ofrecer, entre ellas la participativa, pues al enfrentarse a la pantalla le genera efectos, lo hace testigo, y lo obliga de alguna manera a asumir las consecuencias de sus decisiones; puede comunicarse con otros, viajar a lugares lejanos sin moverse de su espacio físico, es ésta la espacial; aunque al lector se le presenten varias opciones, el hipertexto estará organizado en una secuencia lógica, ésta es la propiedad sucesiva a la que se le suma la de brevedad, que al escribirse por lexias y no por párrafos, se convierte en posibilidad de creación; para esto último el lector-autor ha asociado lo leído con otros textos y el P.C le ofrece la propiedad enciclopédica .Es así que se le facilita el encuentro al lector, consigo mismo y con los otros.
Es en este sentido que el hipertexto electrónico, es un punto de encuentro.
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