lunes, 21 de mayo de 2007

Hipertexto y código lingüístico


“Toda escritura es un modo de tecnología,
la escritura electrónica sólo es la última etapa
de la evolución de las tecnologías de la escritura”
(McLuhan)

Con la expansión de internet, la escritura digital cobra un amplio despliegue y asume características que pueden preocupar a quienes se interesan por la estética del lenguaje, la corrección idiomática, los giros lingüísticos, la morfosintaxis o gramática -considerada como la parte científica de la lengua-, dado que la economía del lenguaje y la rapidez en la escritura, exigida en los correos electrónicos, chats, foros y demás comunicaciones a través de este medio, “disculpan” en sus usuarios la falta de acentuación gráfica de las palabras, signos de puntuación, coherencia y cohesión en la construcción de proposiciones, párrafos y textos, abuso de palabras comodín que limitan el vocabulario, en detrimento de la palabras precisas y semánticamente apropiadas, con lo cual se pretende ocultar el verdadero desconocimiento o la negligencia lingüística que subyace en estas prácticas.

En un nuevo entorno digital e interactivo que emplea diferentes medios de transmisión, escritos o audiovisuales (texto, sonido, fotos, vídeos y gráficos fijos o en movimiento) para llegar a producir un lenguaje plural como vehículo de relación y comunicación, ha de procurarse por un lenguaje funcional que atienda a la eficacia y calidad comunicativa. Por tanto, en relación con el código lingüístico es importante resaltar tres soportes básicos que atienden a la competencia pragmática de la lengua y que en la producción hipertextual no se pueden soslayar: Claridad, Concisión y Naturalidad.

A continuación, retomo, a manera de adaptación, los pilares que Alberto Hernando García –Cevigón, [1] propone para el periodismo digital, los cuales son aplicables a la producción textual en el hipertexto.

En cuanto a la claridad, ésta implica el uso de un léxico que pueda ser entendido por el lector medio, lo que supone el empleo de un lenguaje estándar que no se extreme en la grandilocuencia, en los tecnicismos ni en la simplicidad de los vulgarismos, pues se trata de una comunicación que aspira a hacerse general y accesible al mayor número posible de personas. Así mismo, la claridad precisa una exposición limpia y una aplicación de correcta sintaxis.

En las versiones digitales, al producirse una adaptación del lenguaje al nuevo canal, se observa una limitación del espacio empleado para la producción de textos, al ser lo más práctico que por motivos de comodidad y para su mejor lectura y seguimiento no superen las dimensiones de la pantalla. Si el texto supera el tamaño de la pantalla y se requiere el empleo de barras de desplazamiento, puede darse la circunstancia de que el usuario deje de leer la información en ella contenida. Con el fin de evitar esto, se ha generalizado el uso de links para contactar con otra, u otras partes de la información.

Como consecuencia directa de este condicionamiento, el redactor se ve en la necesidad de reducir al máximo todos los elementos que puedan considerarse secundarios para la transmisión exacta de la información a transmitir. Por ello, se tiende a buscar una concisión, en muchos casos, “obligada”. En este sentido, es frecuente, en lo oracional, incluir un menor número de proposiciones subordinadas, o coordinadas, sólo las imprescindibles, así como de complementos de cualquier tipo dentro del esquema sintagmático del enunciado oracional.

En el terreno de organización textual, debido a la necesidad de claridad, se ha de propender a la tematización, a la inclusión de cada idea relevante en un solo párrafo. Cuando están constituidos por una oración simple perfectamente construida, el ideal de claridad se realiza plenamente. En ocasiones, se hace necesario el empleo de oraciones, una o varias, compuestas o complejas, bien por coordinación, bien por yuxtaposición. En estos casos el párrafo puede estar integrado por varias ideas diferentes, lo cual no va en contra de la buena redacción, sino todo lo contrario, si están orientadas a enriquecer a la principal y no la eclipsan.

La naturalidad, muy ligada a la claridad, implica la utilización de signos y combinaciones de elementos del código lingüístico no rebuscados, en contra de lo que muchas veces se hace por un excesivo afán de retórica cultista. Además, es también frecuente el recurso a la focalización o topicalización, colocándose en posición inicial dentro de la estructura oracional los elementos que se desean resaltar y que en condiciones normales no se ubicarían en tal posición, como puede ser el caso de los complementos circunstanciales. Esto se hace más por el orden lógico que por la estructura gramatical.

Del mismo modo, no se pretende dejar de perseguir el ideal de corrección y pulcritud idiomáticas, así como la perfección estilística.
[1] García-Cevigón, Alberto Hernando. La lengua en el periodismo digital. www.ucm.es/BUCM/revistas/inf/11341629/articulos/ESMP0303110177A.PDF (Abril 27 de 2007)

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