sábado, 10 de febrero de 2007

El hipertexto como instrumento interactivo


“El hipertexto se configura a partir de áreas de interacción
en las que no hay principio ni fin”.
Alberto García García[1]

Las nuevas tecnologías digitales de comunicación basan su actuación en la creación de entornos artificiales e interactivos que proponen nuevas formas de relación, autor-texto-lector, basadas en hechos comunicativos distintos a los tradicionales. Estas tecnologías permiten conocer el entorno a partir de interconexiones entre infinitas bases de datos, conectadas a través de una gran red en la que la intertextualidad aparece como una entidad real de relación con el conocimiento, lo que constituye la base del sistema hipertextual.

El hipertexto se constituye, entonces, en un instrumento interactivo por cuanto permite interactuar con todo aquello que llega a través de la pantalla y, además, facilita la comunicación y la asociación de contenidos en un medio informático que relaciona tanto lo verbal como lo no verbal, dado que además del texto escrito contiene imágenes y sonidos.

La informática aplicada a las comunicaciones, en consecuencia, posibilita la interacción con una realidad virtual sustentada por los entornos hipertextuales, la cual, diciéndolo a la manera de Ana Calvo Revilla[2], no es un lugar o escenario mudo en el que se proyectan las sombras de los actantes de la comunicación, sino que es acto, interrogación, interlocución de acciones que realiza el transeúnte virtual. Es espacio que sólo se revela si el usuario lo enuncia mediante el acto discursivo de interrogarlo. Las formas de acceder al texto, por tanto, se multiplican gracias a la posibilidad de interacción que supone un considerable aumento de la diversidad en función del sujeto actuante, más allá del propio texto, dada la nueva característica de la no-secuencialidad en este discurso narrativo.

El hipertexto es un instrumento interactivo que combina textos de diversa índole, susceptibles de ser interrogables, indagables y disponibles a un fructífero diálogo. Estos textos están configurados como un espacio navegable, disponible para ser explorados en múltiples direcciones, en una red inabarcable de nuevas posibilidades, en las que se exige un lector-interlocutor dispuesto a explorar y confrontar su competencia en la experimentación del texto, no como consumidor sino como interlocutor que conversa, colabora y actúa sobre los múltiples itinerarios posibles. Cada lector, de manera peculiar, interpreta o usa el texto en un amplio abanico de posibilidades. Es él quien decide desechar, respetar o transgredir, con el fin de trazar su propio itinerario de lectura, sin jamás llegar a agotar el texto.

Así, el hipertexto se constituye en una propuesta de interacción con una realidad que variará a medida que se va construyendo y el ordenador es una herramienta que posibilita nuevas formas de crear y, por supuesto, de narrar en ese espacio virtual totalmente abierto y dinámico.

[1]Alberto García García
[2]Ana Calvo Revilla

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