miércoles, 6 de junio de 2007

HIPERTEXTO: LA POLIFONÍA

En términos musicales la polifonía confiere expresión individual a cada componente, pero con el condicionante del sentido global, de armonía. Incluso el propio origen de la palabra en griego significa “mucha voz”: heterogeneidad, multiplicidad expresiva.

Desde el punto de vista de la literatura, Mijail Bajtin analizó a Fedor Dostoievsky con la idea de que un personaje reflejaba una manera de leer la realidad a través de la estructura de su discurso. Así entonces la novela, como una supuesta unidad cerrada, desplegaba una pluralidad de voces correspondida en la pluralidad de personajes que aparecían en ésta. En este sentido la literatura opera como un juego de múltiples conciencias definidas que “juegan” al dia-logos –a la heterogeneidad- con otras tantas conciencias para crear una obra (discurso del Yo en una trama social): el texto literario como el tejido de voces que dan cuenta de una realidad representándola; el propio conflicto con esta realidad “representada” sugiere una Presencia de ésta como interpretación, como “sentido”.

La comprensión del ejercicio literario como dialéctica de la construcción –como construcción de discurso a partir de diversas/múltiples voces- nos lleva a inferir lo literario como entidad polifacética de distintos horizontes, de diversidad de tonos y de múltiples planos.

La práctica polifónica en la literatura exige la presencia de unos sujetos: sujetos lectores, sujetos autores, sujetos personajes. Cada uno de ellos tiene potencia individual, su discurso hace parte constituyente de la representación de su propio Yo y su devenir por el mundo. En sí misma esa “representación de la realidad” deviene de un entramado heterogéneo de otras representaciones; aquí el sujeto tiene carácter, fuerza, existencia comprendida como una voluntad individual que funciona como bisagra entre la realidad del Yo (individual) y los Otros (social): hay una complejidad, una diversidad de horizontes. Este "individuo con voluntad" hace parte, entonces, de una entidad mayor: ambiciosa, identificadora, creadora de relatos cuya cualidad esencial es la pluralidad discursiva. Es así que la obra literaria (ya sea un soliloquio, un monólogo interior, un poema, una novela), funciona desde la perspectiva del discurso individual como producto de una disposición espacial, geográfica e histórica en el universo, fundamentada en una variabilidad de discursos formadores de otros discursos. Por consiguiente, la literatura propone una hermenéutica de la existencia del hombre desde su voluntad, potencia, esencia individual; proyectada, reflejada en sí misma como un producto del diálogo intenso de una colectividad.

En esa misma medida hay una transformación del tono, en donde la literatura recupera la tradición oral como generadora de identidad colectiva a través de la consolidación de un relato cooperativo. El diálogo se hace presente como hacedor de una conciencia superior que habla, que revela unas maneras de existir por medio de un texto: el libro habla por todos los hombres. Para dar cuenta de este Discurso del Hombre, la literatura, entonces, recurre a la Biblioteca del mundo: La Realidad (diversa, polifacética), para lograr desnudar esa humanidad escondida en cada indicio del universo. Es así que las fuentes de donde se nutre la literatura son heterogéneas tanto como los materiales desde donde construye las cartografías por donde el hombre se ha hecho Historia.

Por otra parte, la literatura proyecta desde la formas como construye sus discursos, una estructura de "múltiples planos": el individuo como organismo, como universo, así como el grupo de individuos que conforman una colectividad, e incluso como la disputa, el ejercicio de la coexistencia entre individuos e individuos en la esfera de una colectividad. En este sentido hay una "promiscuidad" discursiva que defiende la presencia del YO como cosmos en una entidad superior que confiere a la idea de la "masa" una cualidad excepcional como mente omnisciente, como traductora de las interpretaciones de lo sujetos en su continuo contacto con el tejido de lo colectivo. El hombre es "autónomo (se nombra a sí mismo) porque precisamente ha nombrado-hablado- a otros.

La literatura muestra su forma in-forma: no hay linealidad, sino heterogeneidad de formas; no hay visión, sino una multiplicidad de visiones; no hay sentido, sino –en términos de Roland barthes- “una explosión, una diseminación del sentido”.

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