sábado, 26 de mayo de 2007

HIPERTEXTO: LA POLIFONÍA

En términos musicales la polifonía confiere expresión individual a cada componente, pero con el condicionante del sentido global, de armonía. Incluso el propio origen de la palabra en griego significa “mucha voz”: heterogeneidad, multiplicidad expresiva.

Desde el punto de vista de la literatura, Mijail Bajtin analizó a Fedor Dostoievsky con la idea de que un personaje reflejaba una manera de leer la realidad a través de la estructura de su discurso. Así entonces la novela, como una supuesta unidad cerrada, desplegaba una pluralidad de voces correspondida en la pluralidad de personajes que aparecían en ésta. En este sentido la literatura opera como un juego de múltiples conciencias definidas que “juegan” al dia-logos –a la heterogeneidad- con otras tantas conciencias para crear una obra (discurso del Yo en una trama social): el texto literario como el tejido de voces que dan cuenta de una realidad representándola; el propio conflicto con esta realidad “representada” sugiere una Presencia de ésta como interpretación, como “sentido”.

La comprensión del ejercicio literario como dialéctica de la construcción –como construcción de discurso a partir de diversas/múltiples voces- nos lleva a inferir lo literario como entidad polifacética de distintos horizontes, de diversidad de tonos y de múltiples planos.

La práctica polifónica en la literatura exige la presencia de unos sujetos: sujetos lectores, sujetos autores, sujetos personajes. Cada uno de ellos tiene potencia individual, su discurso hace parte constituyente de la representación de su propio Yo y su devenir por el mundo. En sí misma esa “representación de la realidad” deviene de un entramado heterogéneo de otras representaciones; aquí el sujeto tiene carácter, fuerza, existencia comprendida como una voluntad individual que funciona como bisagra entre la realidad del Yo (individual) y los Otros (social): hay una complejidad, una diversidad de horizontes. Este "individuo con voluntad" hace parte, entonces, de una entidad mayor: ambiciosa, identificadora, creadora de relatos cuya cualidad esencial es la pluralidad discursiva. Es así que la obra literaria (ya sea un soliloquio, un monólogo interior, un poema, una novela), funciona desde la perspectiva del discurso individual como producto de una disposición espacial, geográfica e histórica en el universo, fundamentada en una variabilidad de discursos formadores de otros discursos. Por consiguiente, la literatura propone una hermenéutica de la existencia del hombre desde su voluntad, potencia, esencia individual; proyectada, reflejada en sí misma como un producto del diálogo intenso de una colectividad.

En esa misma medida hay una transformación del tono, en donde la literatura recupera la tradición oral como generadora de identidad colectiva a través de la consolidación de un relato cooperativo. El diálogo se hace presente como hacedor de una conciencia superior que habla, que revela unas maneras de existir por medio de un texto: el libro habla por todos los hombres. Para dar cuenta de este Discurso del Hombre, la literatura, entonces, recurre a la Biblioteca del mundo: La Realidad (diversa, polifacética), para lograr desnudar esa humanidad escondida en cada indicio del universo. Es así que las fuentes de donde se nutre la literatura son heterogéneas tanto como los materiales desde donde construye las cartografías por donde el hombre se ha hecho Historia.

Por otra parte, la literatura proyecta desde la formas como construye sus discursos, una estructura de "múltiples planos": el individuo como organismo, como universo, así como el grupo de individuos que conforman una colectividad, e incluso como la disputa, el ejercicio de la coexistencia entre individuos e individuos en la esfera de una colectividad. En este sentido hay una "promiscuidad" discursiva que defiende la presencia del YO como cosmos en una entidad superior que confiere a la idea de la "masa" una cualidad excepcional como mente omnisciente, como traductora de las interpretaciones de lo sujetos en su continuo contacto con el tejido de lo colectivo. El hombre es "autónomo (se nombra a sí mismo) porque precisamente ha nombrado-hablado- a otros.

La literatura muestra su forma in-forma: no hay linealidad, sino heterogeneidad de formas; no hay visión, sino una multiplicidad de visiones; no hay sentido, sino –en términos de Roland barthes- “una explosión, una diseminación del sentido”.

viernes, 25 de mayo de 2007

La Literatura Hipermedial

La aparición de los entornos hipermedia y su aplicación a la composición literaria conlleva el nacimiento de estrategias retóricas gracias a las cuales el producto literario es capaz de integrar elementos no textuales y de ofrecer modos de acceso no lineal que requieren la integración del usuario o receptor en el proceso de lectura. Se requiere de un lector con capacidad para determinar que camino recorrer en busca de su objetivo final, con habilidades para relacionarse con la maquina de la manera mas exitosa, exige además que sea capaz de establecer otras percepciones en la medida que están en juego todos sus sentidos por la cantidad de elementos que se combinan.

Junto con el desarrollo hipertextual aparece la multimedia que hace posible el ensamblaje de canales de comunicación alternativos a la palabra escrita, permitiendo introducir cualquier tipo de media junto al texto, configurándose así una obra audiovisual, donde la imagen y el sonido son elementos fundamentales del producto.

La relación entre literatura y artes audiovisuales adquiere aquí otra dimensión, ya que el espacio digital abre múltiples posibilidades de interrelación artística y se potencian unos esquemas de transmisión que no han sido ajenos a la literatura a través de la historia.

La representación tridimensional plantea una plataforma en la que antiguas maneras de expresión se integran en un nuevo espacio y se abordan por medio de técnicas mucho mas sofisticadas, pero además de elementos extra textuales, el hipertexto proporciona una gran variedad de vías de acceso que permiten poner en práctica la idea de intertextualidad, donde la lectura lineal queda sustituida por una navegación que permite establecer enlaces entre núcleos significativos.

La lectura hipermedial implica la desaparición de jerarquías a todos los niveles ya que no existe un documento principal ni secundario, así mismo desaparecen conceptos principales y secundarios, produciéndose así una descentralización del texto y siendo el usuario el que en última instancia estable la dirección de su lectura.

Un Lector Polivalente

La creación literaria, siempre ansiosa de nuevos juegos del lenguaje y recursos narrativos encuentra en la literatura electrónica y con ella en el hipertexto una manera de expresarse que permite redimensionar el papel tanto de escritores y lectores quienes ya no están separados, ahora comparten sus roles, los alternan, juntos, construyen sentido, ya sea a través de un texto abierto, de una creación colectiva, de una historia interactiva o simplemente a través de una lectura hipertextual de un texto clásico.

En el caso del lector, su participación activa hace que realice trayectos de acuerdo a sus intereses, estableciendo diferentes centros y trasladando al texto una sintaxis con rupturas o superposiciones espacio – temporales y una polifonía de voces que generan un lector polivalente, capaz de navegar por multiplicidad de lenguajes y entornos sin ninguna dificultad.

Las nuevas formas de representar, decir y sentir responden a la cosmovisión de las nuevas generaciones por cuanto están mas cercanas al lenguaje audiovisual, del cine y la televisión, redescubriendo la imagen como imaginario comunicativo, después de tantos siglos donde la palabra escrita ha tenido la hegemonía.

Hipertexto y Prácticas Educativas

Para nadie es un secreto que las nuevas tecnologías de la comunicación e información TICs, han penetrado en todas las esferas de nuestra sociedad y que los procesos educativos no son la excepción, hablar de los cambios que han sucediendo en los entornos educativos a raíz de la irrupción de las TCIs, es hablar de un cambio en los procesos mentales, en las prácticas educativas que involucran tanto docentes como alumnos.

Para todo tipo de aplicaciones educativas, las TIC son medios y no fines. Es decir, son herramientas y materiales de construcción que facilitan el aprendizaje, el desarrollo de habilidades y distintas formas de aprender, respetando estilos y ritmos de los aprendices, acordes con las nuevas teorías de la educación.

Estas, potencian aprendizajes significativos en la medida que exigen una participación directa y activa del alumno, generan una práctica educativa más abierta y flexible ya que respetan y favorecen las capacidades individuales. Como no existe un tiempo y un espacio determinados cada alumno puede acceder al aprendizaje en el momento que así lo determine y detenerse cuanto tiempo requiera sin perjudicar a otros.

Los entornos digitales e hipermediales se convierten en un aprendizaje lúdico no solo porque algunas aplicaciones vienen diseñadas con ese fin, sino porque han demostrado ser un ambiente seductor, poseen capacidad didáctica para adaptarse al comportamiento del usuario ayudándolo a mejorar habilidades mentales, procesos intelectuales y motores.

El hipertexto se convierte en una posibilidad de acceso al conocimiento de una manera ágil, dinámica y motivante, permite ir y venir; saltar y retroceder; entrar y salir cuantas veces quiera, asemejándose así, a la naturaleza del pensamiento humano, que es netamente asociativa, de esta manera se logra una apropiación de conceptos de una forma amena y tranquila.

Permite al alumno ir ganando una conciencia crítica y reflexiva en la medida que es él mismo el que debe ejercitarse constantemente en la reelaboración conceptual; a medida que profundiza y navega por la gran red de conocimientos, debe potenciar las habilidades para analizar, seleccionar, sustraer, compilar, escribir y redactar competencias propias de la sociedad del conocimiento.

Cada contacto que se establece está redefiniendo una manera de comunicación, (ésta se fundamenta básicamente en la percepción a través de los sentidos), ya que la información es presentada en forma multisensorial.

El hipertexto hipermedial, puede constituir en un laboratorio donde el alumno podrá descubrir, probar hipótesis, transformar el entorno, identificar su lógica de funcionamiento mediante la exploración y la creatividad, todo lo cual lo convierte en el protagonista del proceso de aprendizaje.

Las unidades del discurso

La puesta en escena de los conceptos como discontinuidad, ruptura, transformación, mutación, corte, pone en un plano muy difuso las fronteras de la historia de las ideas, del pensamiento o de las ciencias; además, hace cada vez más frágil la vigencia de sus contenidos y, por tanto, hace más evidente su comportamiento como hipertexto en la discontinuidad. En este sentido se hace necesario un estudio, en las Unidades del discurso, de sus nociones para ver qué impide, diversifica o dispersa la historia como hipertexto.

La noción de tradición trata de singularizar el tiempo en un conjunto de hechos sucesivos e idénticos; lo que genera una reducción de las diferencias, es decir, permite repensar la historia en la forma de la misma, instaurando un paradigma de pensamiento.

Las influencias proveen de soportes mágicos (idealizados) a los hachos de transmisión y comunicación: la historia que se conoce. Pero también se refiere a procesos de índole causal, es decir, explicativa a los fenómenos de semejanza y repetición: la historia que se repite. Y finalmente, liga y enlaza, a distancia y tiempo las unidades definidas como individuos, nociones, teorías y obras: la historia lineal.

Las nociones de desarrollo y evolución permiten reagrupar una sucesión de acontecimientos dispersos al poder ejemplar de vida. Esto significa que ciertos hechos históricos se convierten en eventos en tanto están planificados en el discurso como infortunios o aciertos del pasado para elaborar un ejercicio de conservación y mejoramiento. Por ejemplo, Medellín como ciudad industrial; luego violenta; y después, ciudad textil y emprendedora.

Finalmente, la mentalidad o de espíritu permiten establecer, en una época dada, una continuidad de sentido; lo que conlleva a la instauración de “La soberanía de una conciencia colectiva”.

En este sentido, Foucault llama la atención sobre cuál es la distinción entre las formas o géneros de las ciencias, la literatura, la filosofía, la religión, la historia y la ficción. Es más, en cuanto al opus, la obra o el libro “está envuelto en un sistema de citas de otros libros, de otros textos, de otras frases, como un nudo en una red”. Esta cita, entonces, nos sugiere que las ideas planteadas tienen un matiz hipertextual, como una economía de referentes siempre abiertos, heterogéneos con fracturas, esguinces, saltos y, por tanto, no puede considerarse como inmediata, en el sentido que está inacabada, como unidad cierta u homogénea; por el contrario, siempre existe una posibilidad de prolongación, extensión, antifaz o pliegue de la misma. Por ejemplo, ¿cuál es la frontera entre la Iliada y la Odisea además del título y la pasta? ¿Acaso Herodias, de Flaubert, no es una versión extendida de la historia bíblica de Juan el bautista? ¿Viernes o los limbos del Pacífico no está inspirada en Robinsón Crusoe?

Todos estos cuestionamientos llevan a plantear que el ejercicio que es necesario realizar dentro de las unidades discursivas “es análisis de su coexistencia, de su sucesión, de su funcionamiento mutuo, de su determinación recíproca, de su transformación independiente o correlativa.”.[1]



[1] Foucault, Michel (1997). La arqueología del saber. México: Siglo veintiuno.

La sensibilidad en el hipertexto

El hombre es hipertexto, siempre ha leído en hipertexto y ha hecho lecturas hipertextuales aún sin advertirlo. El acto de leer involucra irremediablemente tanto al autor como al lector: las emociones, los deseos, los pensamientos y los sueños de ambos, interactúan. Es por ello que leer y escribir son un arte desde el goce, que genera sentidos y transformaciones.

Así como leer supone una preparación, un ritual, la escritura se convierte en una dolorosa transformación del sujeto; plasmar sus deseos, sus ideas, en códigos que no logran expresar con fidelidad lo que pasa en su interior; es el riesgo que asume quién se enfrenta a ésta peligrosa aventura.

En la creación de hipertextos hipermediales, el autor genera en el lector experiencias sensoriales; lo lleva a pasear por lugares desconocidos; le brinda la posibilidad de actuar significativamente en ese espacio concreto que es el hipertexto entendiéndose esto como actuación; lo sumerge en la realidad virtual; lo invita a interactuar con los personajes, participando en la narración como inmersión y le da el poder de transformarse, de olvidarse de sí; puede ser espectador o personaje, eligiendo libremente. Estos son los placeres estéticos que le debe ofrecer la literatura hipertextual al lector de acuerdo con Janet Murray.

El autor del hipertextos tiene que seducir con las palabras, cumplir con condiciones para que el texto tenga movimiento y significación. De ahí que la brevedad en las palabras, como una de estas condiciones, está en un juego constante, en un devenir. En consecuencia se debe escribir por lexias o unidades de sentido, y no por párrafos.

Como otra condición aparece la conjunción palabra-imagen, tomadas como complemento la una de la otra. La primera, induce y provoca; la segunda, agudiza los sentidos, impacta. En este sentido, la brevedad obliga a usar los nodos, los enlaces y las lexias, lo que conlleva la no linealidad, que es una de las condiciones en la creación de hipertextos. La conjunción de palabra e imagen necesariamente responde a un diseño especial, que es una condición predeterminada e implícita.

El texto electrónico literario, al ser leído en la pantalla se torna impermanente, es decir, no permanece en el tiempo y el espacio, sino que desaparecen las palabras para que otras ocupen su lugar. También es mediatizado, media no sólo el tiempo en el que se escribe y se lee, sino en el que se recupera; y además es inestable ,ya que está en potencia y puede ser leído en órdenes diversos, por lo cual es en el texto del lector donde se puede interpretar y no sobre el texto hipertextual

Es así entonces que el computador como soporte literario se convierte en un medio que respalda el procesamiento y la elaboración de ideas, y en un catalizador de los procesos internos de cada autor-lector de hipertextos.

El hipertexto: un punto de encuentro

A lo largo de la historia, el hombre ha tenido la necesidad de compartir espacios para intercambiar pensamientos, conocimientos, deseos, emociones y sentimientos; ha necesitado espacios para interactuar con el otro y consigo mismo. Para satisfacer esas necesidades, ha establecido unos puntos de encuentro; algunos, han sido predeterminados por: su naturaleza social (interrelación), la imposición de leyes (religiosas-políticas), la eventualidad y por simple curiosidad.

Algunos puntos de encuentro predeterminados eran los ritos de adoración y celebraciones en los que participaban por voluntad propia en honor a las deidades. Los griegos, por ejemplo, se reunían en el ágora para deleitarse con los cantos poéticos de rapsodas y poetas, éste era un punto de encuentro eventual; mientras que en el Medioevo, el punto de encuentro era obligado, pues debían asistir a las celebraciones religiosas para demostrar su fe, quienes no lo hacían eran juzgados. Otro punto de encuentro eventual consigo mismo y con otros era el manuscrito al cual sólo podían acceder unos pocos privilegiados. A partir de la imprenta se ampliaron las posibilidades de este punto de encuentro (con el autor, con otros lectores, con otras culturas). En la modernidad se fueron estableciendo lugares en las ciudades como parques y teatros a los que asistían por placer o condición social. En la época actual, el hombre busca estos sitios de encuentro a través de algunas herramientas tecnológicas, pues éstas le ofrecen diversas posibilidades de encontrarse con otros desde su propio espacio (Transmutación geográfica, Javier Echeverría, 1994).

Entonces, los mass-media se convierten en el ágora contemporáneo, en el sitio de encuentro; algunos hacen del telepólita un participante pasivo, como espectador (la t.v); otros; como la interfaz lo hace partícipe activo, ya que posee unas propiedades que sólo ella puede ofrecer, entre ellas la participativa, pues al enfrentarse a la pantalla le genera efectos, lo hace testigo, y lo obliga de alguna manera a asumir las consecuencias de sus decisiones; puede comunicarse con otros, viajar a lugares lejanos sin moverse de su espacio físico, es ésta la espacial; aunque al lector se le presenten varias opciones, el hipertexto estará organizado en una secuencia lógica, ésta es la propiedad sucesiva a la que se le suma la de brevedad, que al escribirse por lexias y no por párrafos, se convierte en posibilidad de creación; para esto último el lector-autor ha asociado lo leído con otros textos y el P.C le ofrece la propiedad enciclopédica .Es así que se le facilita el encuentro al lector, consigo mismo y con los otros.

Es en este sentido que el hipertexto electrónico, es un punto de encuentro.

Las unidades del discurso

La puesta en escena de los conceptos como discontinuidad, ruptura, transformación, mutación, corte, pone en un plano muy difuso las fronteras de la historia de las ideas, del pensamiento o de las ciencias; además, hace cada vez más frágil la vigencia de sus contenidos y, por tanto, hace más evidente su comportamiento como hipertexto en la discontinuidad. En este sentido se hace necesario un estudio, en las Unidades del discurso, de sus nociones para ver qué impide, diversifica o dispersa la historia como hipertexto.

La noción de tradición trata de singularizar el tiempo en un conjunto de hechos sucesivos e idénticos; lo que genera una reducción de las diferencias, es decir, permite repensar la historia en la forma de la misma, instaurando un paradigma de pensamiento.

Las influencias proveen de soportes mágicos (idealizados) a los hachos de transmisión y comunicación: la historia que se conoce. Pero también se refiere a procesos de índole causal, es decir, explicativa a los fenómenos de semejanza y repetición: la historia que se repite. Y finalmente, liga y enlaza, a distancia y tiempo las unidades definidas como individuos, nociones, teorías y obras: la historia lineal.

Las nociones de desarrollo y evolución permiten reagrupar una sucesión de acontecimientos dispersos al poder ejemplar de vida. Esto significa que ciertos hechos históricos se convierten en eventos en tanto están planificados en el discurso como infortunios o aciertos del pasado para elaborar un ejercicio de conservación y mejoramiento. Por ejemplo, Medellín como ciudad industrial; luego violenta; y después, ciudad textil y emprendedora.

Finalmente, la mentalidad o de espíritu permiten establecer, en una época dada, una continuidad de sentido; lo que conlleva a la instauración de “La soberanía de una conciencia colectiva”.

En este sentido, Foucault llama la atención sobre cuál es la distinción entre las formas o géneros de las ciencias, la literatura, la filosofía, la religión, la historia y la ficción. Es más, en cuanto al opus, la obra o el libro “está envuelto en un sistema de citas de otros libros, de otros textos, de otras frases, como un nudo en una red”. Esta cita, entonces, nos sugiere que las ideas planteadas tienen un matiz hipertextual, como una economía de referentes siempre abiertos, heterogéneos con fracturas, esguinces, saltos y, por tanto, no puede considerarse como inmediata, en el sentido que está inacabada, como unidad cierta u homogénea; por el contrario, siempre existe una posibilidad de prolongación, extensión, antifaz o pliegue de la misma. Por ejemplo, ¿cuál es la frontera entre la Iliada y la Odisea además del título y la pasta? ¿Acaso Herodias, de Flaubert, no es una versión extendida de la historia bíblica de Juan el bautista? ¿Viernes o los limbos del Pacífico no está inspirada en Robinsón Crusoe?

Todos estos cuestionamientos llevan a plantear que el ejercicio que es necesario realizar dentro de las unidades discursivas “es análisis de su coexistencia, de su sucesión, de su funcionamiento mutuo, de su determinación recíproca, de su transformación independiente o correlativa.”.[1]



[1] Foucault, Michel (1997). La arqueología del saber. México: Siglo veintiuno.

Posibilidades del hipertexto

"el hipertexto electrónico se concibe como un entorno de acción" en donde el texto se toma como objeto al ser recorrido ,escrutado, escudriñado, analizado e interpretado. Así mismo adquiere vida al hacerse partícipe de una construcción o de una creación al establecer relaciones en el trayecto de las diferentes lexias. También se puede tomar como un paisaje para explorar de varias formas: estriadamente y lisamente. En la primera se hace con referencias y trayectos establecidos, dominados por la racionalidad, la causalidad, la secuencia y la rutina. En la segunda se hace un recorrido al azar, de modo dinámico, librado de manipulaciones y transformador. Esto lleva al lector a crear y descubrir.

Cuando se habla de que el hipertexto se hace partícipe de una creación, me refiero a que el hipertexto facilita al lector la construcción de su propio conocimiento, porque desde su estructura funciona como el proceso de cognición: el sujeto cognoscente adquiere la información, busca nodos para relacionarla con experiencias sensoriales vividas, con experiencias oníricas, textos impresos o digitales leídos; entonces, asocia, crea o transforma esa información proponiéndola de acuerdo con sus intenciones, intereses o las exigencias del medio. Kerckhove en Hipertexto y mente de su libro Inteligencias en conexión, afirma que los sistemas de procesamiento de información (entre ellos el hipertexto) serían algo así como una psicotecnología.

El ser humano haciendo uso de la tecnología ha creado extensiones para cada una de las partes del cuerpo, posibilitándole la interacción con el medio, igualmente el hipertexto se puede ligar a la mente como una de las extensiones que facilitan los procesos naturales en la asimilación del conocimiento.

Es así que el lector aborda el hipertexto, lo interpreta, activando los nodos que le impactan de manera subjetiva; lo relaciona con otro referente ya leído del mismo o de otros textos y puede o no proponerle planteamientos alternos. Por ejemplo: cambiar el final, darle un giro a la historia, desplegar algún fragmento suelto de una narración, emplear personajes o situaciones preexistentes en la literatura para crear otra, etc.

Jean Clément, propone la lectura del hipertexto desde el pensamiento asociativo y divagante, como el recorrido que se hace por el espacio urbano de la ciudad; algunas veces el caminante sigue una ruta y un objetivo determinados; otras deambula por los caminos(discontinuidad) sin destino fijo a la expectativa de algo que le puede llamar la atención.

Al igual que la ciudad, el hipertexto ofrece al lector o caminante múltiples posibilidades y trayectos que lo llevan a transformar y a re-crear el texto de acuerdo a sus intereses particulares, haciendo uso de vínculos o enlaces presentes en dicho texto.

De acuerdo con Jean Clement, el hipertexto presenta unas características discursivas, en su estructura, ellas son: sinécdoque creciente, asíndeton y metáfora. La primera consiste en que el fragmento o recorrido se toma por el todo; sin embargo, nunca se visualizará por completo. La segunda, el asíndeton, es la ausencia de conexiones. Por eso cada fragmento flota en la pantalla; además no es aceptada en hipertextos informativos, explicativos o argumentativos, porque el lector busca justificación intelectual para los saltos de pensamiento. Y la última permite que un fragmento se preste a varias lecturas según los intereses del lector, por tanto, se desdibuja el poder del autor y el texto potencia su capacidad polisemántica.

jueves, 24 de mayo de 2007

La hipertextualidad del texto


La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes...
Jorge Luis Borges[1]

El hipertexto es un número infinito de textos…
y el texto siempre será un hipertexto.

La naturaleza del hipertexto toma fuerza desde la aparición de las nuevas tecnologías de información y comunicación, pero no por esto se puede ver con una mirada independiente a la que le damos al texto mismo, por el contrario en esa búsqueda de razones para entender el hipertexto han surgido, o mejor, han emergido una serie de características comunes que refuerzan la hipertextualidad del texto, desmitificando la idea que el texto solo sea hipertexto a partir de la aparición de las TIC.

Conceptos como intertexto, paratexto, epitexto, hipotaxis, parataxis, por mencionar algunos, son aplicables tanto en el texto impreso como en el hipertexto, lo que cambia realmente, son los soportes que dependen de las tecnologías de cada momento histórico.

Según Lévy la primera tecnología intelectual es la escritura, por su naturaleza técnica y expresiva, pero además, independiente del soporte, el texto es un objeto virtual que se potencializa con la aparición de las TIC facilitando nuevos tipos de lectura y de escritura colectiva que irán tejiendo una red infinita de textos.

Sin embargo también debe quedar claro que conceptos comunes no eximen características propias, lo que en el texto impreso puede tener relevancia en el digital no, la estructura rígida del texto impreso, su lectura secuencial, los conceptos de principio y de fin que corresponden a la primera y última página son completamente distintos a las características del hipertexto que rompe con esta estructura lineal donde el principio y el posible fin, vendrán estructurados a través de los enlaces, el lector será quien decida dónde ir, pero el autor es quien debe colocar los enlaces que guiarán el juicio del lector.
[1] El libro de arena, Jorge Luis Borges

lunes, 21 de mayo de 2007

Hipertexto y código lingüístico


“Toda escritura es un modo de tecnología,
la escritura electrónica sólo es la última etapa
de la evolución de las tecnologías de la escritura”
(McLuhan)

Con la expansión de internet, la escritura digital cobra un amplio despliegue y asume características que pueden preocupar a quienes se interesan por la estética del lenguaje, la corrección idiomática, los giros lingüísticos, la morfosintaxis o gramática -considerada como la parte científica de la lengua-, dado que la economía del lenguaje y la rapidez en la escritura, exigida en los correos electrónicos, chats, foros y demás comunicaciones a través de este medio, “disculpan” en sus usuarios la falta de acentuación gráfica de las palabras, signos de puntuación, coherencia y cohesión en la construcción de proposiciones, párrafos y textos, abuso de palabras comodín que limitan el vocabulario, en detrimento de la palabras precisas y semánticamente apropiadas, con lo cual se pretende ocultar el verdadero desconocimiento o la negligencia lingüística que subyace en estas prácticas.

En un nuevo entorno digital e interactivo que emplea diferentes medios de transmisión, escritos o audiovisuales (texto, sonido, fotos, vídeos y gráficos fijos o en movimiento) para llegar a producir un lenguaje plural como vehículo de relación y comunicación, ha de procurarse por un lenguaje funcional que atienda a la eficacia y calidad comunicativa. Por tanto, en relación con el código lingüístico es importante resaltar tres soportes básicos que atienden a la competencia pragmática de la lengua y que en la producción hipertextual no se pueden soslayar: Claridad, Concisión y Naturalidad.

A continuación, retomo, a manera de adaptación, los pilares que Alberto Hernando García –Cevigón, [1] propone para el periodismo digital, los cuales son aplicables a la producción textual en el hipertexto.

En cuanto a la claridad, ésta implica el uso de un léxico que pueda ser entendido por el lector medio, lo que supone el empleo de un lenguaje estándar que no se extreme en la grandilocuencia, en los tecnicismos ni en la simplicidad de los vulgarismos, pues se trata de una comunicación que aspira a hacerse general y accesible al mayor número posible de personas. Así mismo, la claridad precisa una exposición limpia y una aplicación de correcta sintaxis.

En las versiones digitales, al producirse una adaptación del lenguaje al nuevo canal, se observa una limitación del espacio empleado para la producción de textos, al ser lo más práctico que por motivos de comodidad y para su mejor lectura y seguimiento no superen las dimensiones de la pantalla. Si el texto supera el tamaño de la pantalla y se requiere el empleo de barras de desplazamiento, puede darse la circunstancia de que el usuario deje de leer la información en ella contenida. Con el fin de evitar esto, se ha generalizado el uso de links para contactar con otra, u otras partes de la información.

Como consecuencia directa de este condicionamiento, el redactor se ve en la necesidad de reducir al máximo todos los elementos que puedan considerarse secundarios para la transmisión exacta de la información a transmitir. Por ello, se tiende a buscar una concisión, en muchos casos, “obligada”. En este sentido, es frecuente, en lo oracional, incluir un menor número de proposiciones subordinadas, o coordinadas, sólo las imprescindibles, así como de complementos de cualquier tipo dentro del esquema sintagmático del enunciado oracional.

En el terreno de organización textual, debido a la necesidad de claridad, se ha de propender a la tematización, a la inclusión de cada idea relevante en un solo párrafo. Cuando están constituidos por una oración simple perfectamente construida, el ideal de claridad se realiza plenamente. En ocasiones, se hace necesario el empleo de oraciones, una o varias, compuestas o complejas, bien por coordinación, bien por yuxtaposición. En estos casos el párrafo puede estar integrado por varias ideas diferentes, lo cual no va en contra de la buena redacción, sino todo lo contrario, si están orientadas a enriquecer a la principal y no la eclipsan.

La naturalidad, muy ligada a la claridad, implica la utilización de signos y combinaciones de elementos del código lingüístico no rebuscados, en contra de lo que muchas veces se hace por un excesivo afán de retórica cultista. Además, es también frecuente el recurso a la focalización o topicalización, colocándose en posición inicial dentro de la estructura oracional los elementos que se desean resaltar y que en condiciones normales no se ubicarían en tal posición, como puede ser el caso de los complementos circunstanciales. Esto se hace más por el orden lógico que por la estructura gramatical.

Del mismo modo, no se pretende dejar de perseguir el ideal de corrección y pulcritud idiomáticas, así como la perfección estilística.
[1] García-Cevigón, Alberto Hernando. La lengua en el periodismo digital. www.ucm.es/BUCM/revistas/inf/11341629/articulos/ESMP0303110177A.PDF (Abril 27 de 2007)

jueves, 17 de mayo de 2007

ENTORNOS DIGITALES

El ejercicio de lo literario soporta una estructura lúdica. Su composición esencial busca unas maneras para “aprender a existir” mediante el juego como “función llena de sentido”. Johannes Huizinga señalaba que “la existencia del juego corrobora constantemente, y en el sentido más alto, el carácter supralógico de nuestra situación en el cosmos.” Como ejercicio del “Homo Ludens” la literatura, también, muestra ese carácter “supralógico” describiendo una geografía existencial del devenir del hombre en el mundo: juega a ser hombre, a entender, a pensar, a existir por medio de una novela, un poema, un cuento. Como todo juego, la literatura “funciona” en una estructura potente de apariciones y desapariciones, de realidades múltiples, ambivalentes, paradójicas. Ésta supervive en su capacidad camaleónica, simbiótica, mutable. Se posa en el mundo y lo lee, lo hace circulación de sentido, posibilidad hermenéutica, texto literalmente vivo.

Los didácticas de la piedra, el códex, el libro impreso han ido cambiando las mecánicas literarias en términos de construcción, apropiación, creación, valoración. De la misma manera, los conceptos que soportan estas apropiaciones y creaciones han ido generando apariciones y desapariciones: un fantasma providencial que se desvanece, se disipa; tal vez aparece, se hace presencia por unas nuevas rutas, unas nuevas circulaciones que cambian el sentido, la estructura, el devenir mismo del juego de lo literario.

Surge una inédita superficie de juego en el devenir lúdico de lo humano y lo literario (de aquello que es humanidad por medio de la palabra que evoca existencia): el ordenador. Este artefacto protésico rebela otras naturalezas, unos ecosistemas en donde produce existencia-juega: entornos-naturalezas-digitales. Es así que, entonces, la literatura en otra de sus apariciones/desapariciones se compromete. El juego conceptual establecido por la tecnología de lo impreso había sido definido por dos grandes paradigmas: la perdurabilidad y la estabilidad. En “¿qué es la literatura?” Castagnino refiere, de algún modo, esa perdurabilidad asimilándola con esa posibilidad omnipresente de lo literario para generar eternidad, inmortalidad. La metáfora esencial del libro es precisamente como ese objeto sempiterno entendido como aquello que no puede ser ajusticiado, aquello que no puede perecer; sin embargo desaparecer y aparecer de acuerdo con el juego de los tiempos.

La noción perdurable de lo literario está también relacionada con cierta potencia de perpetuidad, de subsistencia correspondida con la disposición profética de la escritura de autor: inmutable. Es estos términos podría decirse que el universo computacional y sus sistemas digitales plantean una condición insólita de lo literario en la medida en que la idea de lo perdurable y lo estable (permanente-duradero), presenta una alteridad conceptual y vital: lo entendido desde lo perdurable y estable existe en la literatura hipermedial como lo deslocalizado, instantáneo, fugaz y circular. No hay un acabose, Apocalipsis conceptual, sólo se presenta un nuevo juego del aparecer y desaparecer, un juego de policromías, de sombras. La perdurabilidad y estabilidad del texto impreso no es relegada, desplazada, sólo es comprometida a un naciente modo de ver la Realidad textual: una especie de “geografía simbólica del texto impreso” sobrellevado por la imagen del autor, lector, narrativa y texto que planteaba una idea de orden lineal que, en su prolongación horizontal, era entendida (con cierta lógica) como perpetuidad: su propia forma estable –Status Quo- generaba una imagen de estatua inexpugnable.

Los entornos digitales proyectan una idea de heterogeneidad geográfica, en donde un punto del universo textual no necesariamente se “sitúa”, si no más bien “transita”: sus rumbos son inquietantes, paradójicos, flexibles. Aquí la relación de perdurabilidad se acomoda a la idea de movimiento, de circulación perdurable (es así que la realidad de lo perdurable se evidencia como en una cinta de Moebio, una realidad que se muestra desde diversas perspectivas).

De la misma manera los conceptos de instantaneidad y fugacidad instituyen un nuevo juego, o bien, una prolongación mutable del juego literario desde la posibilidad de aprehender el tiempo desde los atributos cronológicos (lineales, estables, perdurables). Aquí el tiempo es un concepto ambivalente que aparece y desaparece de manera sutil-fugaz. Incluso el concepto mismo de lo fugaz puede entenderse como “aquello que huye y desaparece con velocidad”, precisamente porque el tejido de lo literario no tiene esa condición perdurable, momificada, eternizante sino, más bien, plantea una idea no de destrucción, sino de construcción permanente. La posibilidad de que el juego de lo literario o, mejor, los jugadores de los juegos literarios sean creadores, víctimas y verdugos.

La geometría del ejercicio literario no sería, entonces, horizontal o lineal, sino que precisamente ese juego continuo con la forma y con el tiempo presenta unas prácticas circulares, en donde la unicidad y linealidad –aparezcan y desaparezcan- para desplegarse y adecuarse a los movimientos ondulantes y ambiguos del tiempo, de la existencia misma del hombre: una nueva metáfora del devenir de lo humano…no hay una línea lustrosa-horizontal del futuro, sino más bien un océano de posibilidades que se despliegan en un cosmos deslocalizado, cuyo centro sin centro es el hombre: un panóptico de la Realidad.

jueves, 3 de mayo de 2007

LITERATURA HIPERMEDIAL

Muchos han osado definir la literatura desde lo "lineal": mostrar sus limitaciones sus intereses, sus "funciones". En la mayoría de los casos -si no en todos- los resultados han sido, también, lineales (esa linealidad se ha hecho ceguera, oscuridad, al tratar de analizar linealmente una entidad que deambula en un universo adverso: en el de la multiplicidad). El problema es que, precisamente, esa es la literatura: cambiante, mutable, multiforme y "metaforme". Ella es aquella terapéutica filosófica que no refleja al hombre, si no que es el hombre mismo: de ahí su mutabilidad.

Como entidad de-generativa su cualidad esencial es el cambio. ¿Qué hizo en lo literario el paso de una literatura oral a una vivenciada en una hoja de papel?, ¿Cómo se contempla el poema escrito con una varilla aguzada o con un "roller pen"?, ¿Cómo se lee al hombre desde un libro cosido a mano o desde unas vibraciones eléctricas de una pantalla LCD? Desde sus superficies, sus temas, sus narrativas, sus velocidades, la literatura es una amante infiel, de-generada. ¿Es posible, entonces, hablar de literatura como única, inmaculada, inmune, indemne? Una consideración pluralista sería mucho más saludable para entender, aunque sea sospechosamente, esa alteridad de la literatura.

Las Literaturas se han adecuado, como los hombres, a los entornos tecnológicos que las soportan. Una vibración sonora, un pergamino, una pantalla de ordenador (máquina que "ordena" el caos). Es así que la literatura hipermedial reclama un paradigma diferente de sujeto lector. En términos generales exige nuevas mediaciones entre aquello que llamamos texto (tejido) y el personaje que le da sentido, que lo actualiza y vivifica (como un gusano que da vía libre a unos fluidos -a una gangrena literaria). Los intercambios, las interferencias suscitadas entre texto-autor-lector son heterogéneas. El texto fluye, circula, para que en sus constantes trayectos sea potenciado, continuamente re-creado, eternamente re- escrito, re-comprendido.

Estas nuevas mediaciones (intercambios, reciprocidades, subsistencias) entre lo que se piensa para ser escrito, se escribe y se lee; y luego es pensado, escrito y leído de nuevo, provoca que la literatura hipermedial (que al cambiar su soporte físico cambia de mediación cognoscitiva) demande nuevos aprendizajes. Un nuevo lector de literatura hipermedial deberá construir una naciente definición del propio término Literatura y, por consiguiente, de los términos texto, narrativa, poesía, comprensión, autoría, lector, "final", soporte, superficie. De la misma manera, este "lector-autor-lector" tendrá que re-definir su relación con el soporte: la idílica intimidad con la pluma, el esfero y el papel deberá ser "re-intimada" al ser estos nuevos objetos los que establezcan la naciente descripción del "gesto de escribir". Asimismo este personaje (esta máscara) será exigido a desarrollar otras habilidades que rebasan su propia estructura como sujeto (sujeto de una época, de una temporada existencial que llamó Marshall McLuhan la del "hombre tipográfico”).

Además de todas esas habilidades cognitivas que todo lector de literatura tendrá que desarrollar, en primera instancia iniciará un camino hacia un re-conocimiento de la experiencia de lo físico: en términos evolutivos una mudanza en el ambiente natural que precise un cambio físico-metabólico, genera un cambio en la racionalidad. Un hombre que desarrolla su oído para descifrar unas vibraciones sonoras con sentido, a un hombre que "enseñe" a sus dedos a tomar un objeto -manejarlo, domarlo- para impregnar una superficie con unas sustancias, unas tintas (obviando todo el ejercicio racional que suscita la caligrafía), a un hombre "cibernético” que mueve todos sus dedos en un teclado que no funciona con la fuerza, sino con potencias electrónicas, para que una palabra en bits se asiente en una pantalla nacida de la luz.

Para este hombre la exploración de lo literario tendrá un carácter de fluidez no metafórico, sino inherente y perceptible. Un diluvio ordenado y libre del pensamiento. Su propia posición ante el mundo se re-dimensiona: su naturaleza literaria existía desde una percepción bidimensional que nacía de la propia dominación del texto impreso (una mentalidad subordinada de lo tipográfico); lo hipermedial le acarrea una experiencia tridimensional de su mundo, del texto, de la naturaleza, de sí mismo. La posibilidad de jugar con los sonidos, las imágenes, las letras no es una limitación ni una destrucción de la capacidad creadora de la imaginación, si no que, paradójicamente, es una proyección; una dilatación de las competencias creativas de aquél que lee: sus representaciones, sus universos inventados-imaginados son ahora “realidades” textuales que cobrarán vida en las incandescencias de un telón de luces: la pantalla del computador.

 
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